Y hoy peso:

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Añadiendo ensalada casi por sistema, pero ensaladas ricas, muy-muy ricas (Herramienta 4)

Añadiendo ensalada casi por sistema, pero ensaladas ricas, muy-muy ricas (Herramienta 4)
Una clave: cuidar el "gato por liebre" en los productos

jueves, 11 de mayo de 2017

Ese (casi insultante): "es que no te has mantenido firme"


Alimentación y ejercicio siempre nos ha parecido que son la combinación necesaria para perder peso.


La teoría de "Calorías IN versus Calorías OUT", o, lo que es lo mismo: comer menos y gastar más, ¿es esa la solución?
Pues parece ser que no. La homeostasis del cuerpo y su juego hormonal vencen a la teoría de quemar más de lo que ingerimos, y el comer menos  (salvo casos verdaderamente extremos)..., al final ¡no funciona!.


Mecanismo:

Pongamos que una persona obesa ingiere una alimentación equivalente a 2.500 Kcal al día y, para perder peso, decide reducir la ingesta a 2.000 Kcal. Inicialmente perderá unos kilos pero al cabo de unos días el cuerpo, que no va a seguir perdiendo  kilos hasta quedarse en "Cero kilos", se adapta y baja el metabolismo basal, consiguiendo que con 2.000 kcal el peso se estabilice.

La persona, al ver que se estanca, decide comer menos, digamos 1.500 kcal diarias y consigue perder un poco más, pero el cuerpo a los pocos días vuelve a adaptarse y consigue regular el gasto y economizarlo hasta igualarlo, sin conseguir que la persona siga perdiendo peso. Se reduce el metabolismo basal y la producción de calor. Tenemos más frío y nos cansamos más con las mismas actividades. Además, el hipotálamo manda señales de hambre a la persona para ingerir más comida, con lo que la persona está más hambrienta, irritable, de mal humor.



Finalmente, tras varios meses sufriendo, la persona se cansa y vuelve a comer normal, como antes. El cuerpo, que es muy listo, mantiene ese metabolismo de ahorro energético hasta que recupera el peso anterior y, a veces, incluso lo supera. Ganando sobre todo grasa, con lo que terminamos peor de como empezamos. Un desastre, entonces todos culpamos al obeso de no tener fuerza de voluntad, de ser un débil, de no haber mantenido sus principios. "No te has mantenido firme", le dirán los demás